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PERTE de la industrialización de la Vivienda como oportunidad para la construcción industrializada con madera

En un contexto donde la emergencia climática, la escasez de vivienda asequible y la necesidad de innovación en el sector de la construcción convergen, el PERTE de la industrialización de la Vivienda aparece como una medida imprescindible. Pero también como una oportunidad histórica que no podemos dejar pasar. No se trata simplemente de construir más viviendas, sino de repensar radicalmente cómo las construimos, con qué materiales y bajo qué modelo productivo. Y aquí, la construcción industrializada con madera emerge no solo como una opción interesante, sino como una de las más coherentes con los objetivos del propio PERTE.

La industrialización de la vivienda propone aplicar principios de eficiencia, digitalización y producción en serie al proceso constructivo, en línea con lo que ya sucede en sectores como la automoción o la aeronáutica. Esto implica trasladar gran parte de la obra al entorno controlado de una fábrica, reducir tiempos de ejecución, minimizar residuos y mejorar la calidad final. Si a ello sumamos un material estructural sostenible, renovable y tecnológicamente maduro como la madera, el resultado es un sistema constructivo que responde a los retos técnicos, sociales y ambientales del presente.

No es un secreto que el modelo tradicional de edificación en España, basado en la obra húmeda, procesos manuales y largos plazos, es ineficiente, caro y muy contaminante. La construcción representa en torno al 30% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, y gran parte de esa carga proviene del uso de materiales como el hormigón y el acero. Frente a esto, la madera almacena carbono, no lo emite, y su producción consume mucha menos energía. ¿Qué otro material puede decir lo mismo?

Además, la madera industrializada permite precisión milimétrica, tiempos de obra muy reducidos y menor dependencia de mano de obra, algo que cada vez pesa más en un sector con graves problemas de relevo generacional. La combinación de diseño digital (BIM), fabricación automatizada y montaje en seco permite pensar la vivienda como un producto de alta calidad, adaptable y replicable. Y todo ello, sin renunciar a los estándares de durabilidad, seguridad o confort que exige el mercado.

El PERTE, como instrumento tractor de transformación, puede y debe ser el motor que normalice el uso estructural de la madera en España. No basta con permitirlo en los pliegos o las ayudas: hace falta impulsarlo decididamente. Otros países europeos lo han entendido bien. Austria, Suecia, Alemania o Francia llevan décadas desarrollando industria, formación y normativa en torno a la construcción en madera. En cambio, en España seguimos enfrentándonos a barreras técnicas, prejuicios y una falta de incentivos claros para su adopción.

El sector forestal español tiene un potencial enorme, pero infrautilizado. Gestionar nuestros bosques de forma sostenible y aprovechar su madera en construcción no solo ayuda a reducir incendios y revitalizar entornos rurales, sino que genera empleo verde, economía local y valor añadido. La conexión entre bioeconomía, territorio y vivienda industrializada debe estar en el centro del enfoque del PERTE.

Es verdad que aún existen retos importantes. La industrialización con madera requiere inversiones en plantas, capacitación de profesionales, adaptación de normativa y cambios culturales en promotores, arquitectos y sociedad en general. Pero justamente para eso está el PERTE: para catalizar esos procesos, crear ecosistemas de innovación y activar cadenas de valor estratégicas. Si no lo hacemos ahora, ¿cuándo?

También es importante señalar que el uso de la madera no significa una vuelta al pasado ni una opción nostálgica. Al contrario: se trata de una de las expresiones más avanzadas de la construcción contemporánea. Edificios de varias plantas, certificaciones energéticas exigentes, estándares de diseño moderno… todo ello es posible, y cada vez más frecuente, gracias a la evolución de productos como la madera contralaminada (CLT), la madera laminada encolada (GLT) o los paneles técnicos.

Por otro lado, el uso de madera en sistemas prefabricados puede jugar un papel esencial en la respuesta a la crisis de acceso a la vivienda. La velocidad y eficiencia de este tipo de construcción la hace especialmente adecuada para promociones públicas, alojamientos temporales, o soluciones habitacionales en zonas tensionadas. Y con un valor añadido: estas viviendas pueden ser sostenibles, saludables y agradables para vivir, algo que no siempre ocurre con las soluciones prefabricadas convencionales.

En definitiva, el PERTE de la Industrialización de la Vivienda es una excelente noticia para el sector, pero su impacto dependerá en gran medida de cómo se concrete, qué modelos se prioricen y qué materiales se promuevan. Apostar por la madera industrializada no es solo una opción coherente: es una apuesta valiente por un futuro constructivo que combine tecnología, sostenibilidad y territorio.

Tenemos la oportunidad de liderar una nueva etapa en la edificación en España. Para ello, debemos dejar atrás los prejuicios, mirar a largo plazo y asumir que construir como siempre ya no es una opción. La madera industrializada no es el futuro, es el presente.

Por JUAN ANTONIO GÓMEZ – PINTADO, Presidente de Vía Ágora y del Clúster de la Edificación.

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