Por Javier Burón Cuadrado, Director gerente de la sociedad pública NASUVINSA
Las grandes ventajas que ofrece la madera han acabo por eclipsar las connotaciones negativas que antaño venían asociadas a su uso en los procesos constructivos.
Más aún, debemos felicitarnos de que este material natural asuma un creciente protagonismo en una de las grandes revoluciones del siglo XXI, como es la transformación radical de nuestro actual modelo constructivo, anquilosado y obsoleto.
No podemos seguir construyendo de la misma manera. El cambio de modelo ya no es una opción, es simplemente una necesidad ineludible. Debemos crear estrategias más dinámicas, flexibles y eficientes, que nos ayuden a afrontar con garantías de éxito los grandes retos tecnológicos, entre ellos la industrialización y robotización de la construcción, o la aceptación irrevocable del principio de sostenibilidad como apuesta real en favor de procesos más respetuosos con el medio ambiente.
Una ardua tarea, sin duda, que precisa para llegar a buen puerto del compromiso y liderazgo de las distintas administraciones públicas como motor que propicie el cambio. Y lo que es igualmente importante, de la participación activa de todos los sectores empresariales y profesionales implicados, así como de sus entidades y organizaciones representativas.
Desde esta perspectiva, el Gobierno de Navarra viene apostando desde 2016 por un cambio de paradigma con el doble reto de diseñar y construir mejores espacios residenciales en términos de sostenibilidad urbana y de incrementar la oferta de vivienda pública en régimen de arrendamiento protegido.
Esta apuesta tiene su principal reflejo en el plan de alquiler Navarra Social Housing, que gestiona la sociedad pública Navarra de Suelo y Vivienda-NASUVINSA. Destaca por la promoción de más de 1.300 viviendas de protección oficial y de alto confort, construidas con estándares de alta eficiencia energética, que han hecho de Navarra una región de referencia a nivel europeo en esta materia.
En este marco, entre los retos innovadores destaca la incorporación de la madera con funciones estructurales, con promociones precursoras en la construcción en madera en altura como las 39 VPO de planta baja y 4 alturas, ya finalizada en el término de Entremutilvas, próximo a Pamplona; o los 32 apartamentos también de alquiler, para personas mayores, uno de los edificios más altos de España construidos en madera, con dos plantas bajas, entreplanta y nueve alturas.
El uso de madera industrializada reduce los tiempos de ejecución y la digitalización necesaria nos lleva a la mejora de la calidad de las obras. Igualmente, esta industrialización mejora las condiciones de seguridad en el trabajo y puede ser un punto de atracción para la inclusión de las personas jóvenes y de las mujeres en el proceso constructivo.
En cuanto al uso de estas viviendas, no ofrecen diferencias significativas respecto de la construcción tradicional. La madera industrializada es un producto técnico que garantiza el cumplimiento de las exigencias estructurales como cualquier otro material. Incluso, en los casos en los que la madera queda a la vista, aporta calidez y confort a las viviendas.
El uso de este material natural como fuente alternativa de energía forma parte igualmente de esta apuesta estratégica de Navarra. Un sello propio del plan de alquiler Navarra Social Housing es precisamente la instalación en sus promociones de calderas para calefacción y agua caliente sanitaria alimentadas de biomasa forestal.
Otro paso añadido en esta línea de trabajo ha sido la entrada en servicio este año en Pamplona de la primera central y red de calor a escala de barrio de Navarra alimentada con biomasa forestal y una de las de mayor potencia a nivel estatal, un proyecto público impulsado por Nasuvinsa con capacidad para suministrar calefacción a 4.500 viviendas y centros públicos.
La transición hacia un nuevo modelo energético socialmente justo y medioambientalmente sostenible, no dependiente del petróleo, supone un incentivo para el desarrollo del sector de la madera y de su cadena de valor, así como de la industria forestal. En definitiva, es un factor que estimula la actividad económica y que favorece la creación de empleo especialmente en la zona rural, que sufre con especial intensidad el fenómeno de la despoblación.
En el marco de los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030, no podemos olvidar el efecto positivo que el uso de la madera tiene en la reducción de la huella de carbono, máxime cuando la construcción genera aproximadamente el 40% de las emisiones de CO2 a nivel global.
Desde el compromiso firme en favor de una gestión sostenible de nuestros bosques, como pilar básico e irrenunciable, debemos seguir impulsando el papel protagonista de la madera, que en el caso de Navarra ofrece un especial potencial, dado que el 64% de nuestro territorio está ocupado por masa forestal.
Javier Burón Cuadrado, Director gerente de la sociedad pública NASUVINSA