
Durante los meses más calurosos del año resulta fundamental prestar atención a los materiales con los que aislamos nuestros hogares. Es en esta época cuando más se nota la importancia de un buen aislamiento térmico, capaz de proteger eficazmente del calor exterior.
A la hora de elegir un aislante adecuado, hay dos factores clave que deben considerarse:
- La capacidad calorífica específica (medida en J/kg), que indica cuánta energía puede almacenar un material antes de que aumente su temperatura.
- La conductividad térmica (λD), que mide la facilidad con la que el calor atraviesa el material.
En este sentido, los aislantes de fibra de madera destacan por sus excelentes propiedades: su alta capacidad calorífica específica y su baja conductividad térmica hacen que el calor del exterior tarde más en traspasar al interior. De hecho, se produce un fenómeno conocido como desplazamiento de fase, que puede retrasar la entrada del calor hasta 10 horas. Esto significa que cuando la temperatura exterior empieza a bajar, el calor apenas ha comenzado a entrar, lo que mantiene el interior más fresco y estable.
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